...
Andamos empeñados en mejorar lo que nos atormenta, cambiarlo por otro tormento o fulminarlo. Lo más gracioso es que no existen tales tormentos. Nosotros le damos el nombre de problemas. Por supuesto que sí tenemos situaciones que manejar, que aceptar, que terminar o situaciones que requieren de tiempo para que naturalmente cambien. Pero no problemas.
Darles el nombre de problemas hace, además, que se prolonguen en el tiempo. Yo prefiero llamarlo situaciones o circunstancias. Ni lo bueno ni lo malo sabe durar ni sabemos hacer que dure indefinidamente. Los problemas tampoco, las circunstancias tampoco. Además las circunstancias vienen con la vida, forman parte de la vida. Y eso es porque la vida está viva, y qué bueno que esté viva. Un día no habrá situaciones ni circunstancias a las que atender o a las que mirar o a las que querer. Tampoco circunstancias que hagan que crezcamos, que nos formemos, que nos conozcamos. Cada momento es una oportunidad para estar presente en este momento, para ser conciencia y luz y presencia en el momento. Además, si fuésemos capaces de estar presentes, despiertos, conscientes a cada instante las vicisitudes del camino se mirarían y se aceptarían, o se rechazarían en el instante, y no seguirían con su estela, con su lastre convirtiéndose, gracias a nosotros, en problemas. O no.
(Escrito por Silvina Magari después de estar casi toda una tarde enfadada)
...
Cita en Malasaña.
Hace 9 años